República Argentina

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Córdoba

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Selvas, permacultura y pueblos aborígenes

Entre el año 2000 y 2005 la pérdida anual de bosques superó las 7 millones de hectáreas. La deforestación afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo de las cuales la mayoría viven en países en desarrollo.
Los bosques pluviales producen oxígeno y retienen carbono y así mitigan el impacto de las emisiones de este gas en el cambio climático. Estos bosques están amenazados por la deforestación. En Amazonia, se supone que la deforestación reduzca las precipitaciones, ya que la mitad de éstas son generadas por la misma selva a través de la evapotranspiración de los árboles. La pérdida de precipitaciones podría alcanzar el 20 por ciento, lo que llevaría a futuros períodos secos, temperaturas superficiales más altas y cambios en la estructura de la selva.
La deforestación es un factor que contribuye al cambio climático y a su vez, el cambio climático amenaza con acelerar la deforestación. Si bien hay esfuerzos en curso para detener la pérdida inmediata de los bosques, los efectos a largo plazo del cambio climático sobre los bosques, se están volviendo cada vez más difíciles de evitar.
A medida que la temperatura mundial aumenta, los ecosistemas forestales corren el riesgo de ser desplazados ya que las mayores temperaturas desplazarán las zonas climáticas aptas para la vegetación templada y boreal. La evidencia indica que la migración de especies vegetales se ha producido históricamente a un ritmo de 20 a 200 km por siglo. En la actualidad, la migración hacia el norte de las zonas climáticas aptas para la vegetación templada y boreal podría llegar a ser del orden de los 200 a 1200 km para el año 2100.
Cambios como este han sucedido durante toda la historia de la Tierra, pero con el calentamiento global la velocidad a la que se producen aumenta drásticamente, lo que no permite que el suelo y los ecosistemas se adapten de manera en que lo han hecho en el pasado.
En las regiones orientales de la Amazonia, el aumento de la temperatura llevará probablemente hacia la mitad del siglo XXI a una disminución de la cantidad de agua del suelo , lo que a su vez hará que el bosque tropical se transforme gradualmente en sabana. Para los países en dearrollo, mitigar los efectos del cambio climático en las áreas deforestadas plantea grandes desafíos debido a la pobreza y a las restricciones institucionales. En muchos países, los actores públicos, privados y no gubernamentales carecen de recursos adecuados para enfrentar los problemas, con el riesgo de un espiral continuo de efectos negativos difíciles de contrarrestar. Rara vez se ponen en marcha mecanismos que puedan proveer incentivos financieros a prácticas alternativas a la tala de bosques.
Todo esto afecta los pueblos aborígenes que habitan los bosques pluviales de todo el mundo. Estos pueblos enfrentan problemas en cuanto a efectos tales como: la amenaza a las cosechas y tierras tradicionales debido a condiciones meteorológicas extremas y también en cuanto a la influencia política, en la medida en que sus selvas se politizan gradualmente por los esfuerzos por frenar la deforestación y el cambio climático.
Si bien sus derechos son crecientemente reconocidos en particular por la Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, adoptada en el año 2007, los pueblos indígenas son a menudo ignorados o marginados sistemáticamente de la toma de decisiones vinculadas a los bosques en los que viven. La exclusión de estos pueblos proviene tanto de las instituciones y los programas estatales como del sector privado y podría llevar a la pérdida del conocimiento tradicional sobre los bosques. Los niños y jóvenes son afectados particularmente por la deforestación , en el corto y largo plazo. La deforestación y otros usos no sustentables de los bosques, aumentan la cantidad de pobres. Esto afecta las decisiones que toman los jóvenes y un ejemplo es la amenaza a la posibilidad de ir a la escuela. A medida que los efectos del cambio climático sean más fuertes, los jóvenes indígenas tendrán que dar respuestas a los futuros desafíos. Entre las estrategias a adoptar deben figurar aumentar la asistencia a la escuela y mejorar los medios de subsistencia de los jóvenes.
Otra estrategia es la PERMACULTURA , es la ciencia de lo obvio: observar la naturaleza para aprender de ella cómo producir alimentos sin destruirla. Significa pensar sistemas de cultivo sustentables , donde todos los elementos se relacionan y ayudan entre sí, porque todo está conectado. La permacultura no se trata del suelo, el árbol, la lluvia, los animales , el sol, SINO DE LAS CONEXIONES ENTRE ELLOS. LA IDEA ES CREAR UNA NUEVA ECUACIÓN DE RIQUEZA EN LA AMAZONIA QUE PERMITA PRESERVAR
LA REGIÓN: UNA RIQUEZA QUE NO SIGNIFIQUE DESTRUIR.




Fuente: ONU

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